4 de febr. 2008

Los niños bilingües aprenden mejor



Entrevista a La Contra de La Vanguardia a Elisabeth Coelho, pedagoga especialista en educació multicultural i plurilingüe.


Nací en Birmingham, pero emigré a Canadá con mi marido, hindú de raíces portuguesas expulsado por Idi Amin de Uganda... Ya ve mi historia: el multiculturalismo no es una opción: es inevitable, ¡consigamos que sea enriquecedor! Colaboro con la Obra Social de La Caixa

Nuestras escuelas públicas educan niños de todas las religiones, razas, culturas y lenguas. ¿Es bueno?
¡Es estupendo! ¡Es una gran oportunidad de conocer todo el mundo en la propia escuela!

¿No se harán todos un lío babélico?
Mi experiencia y nuestras investigaciones demuestran que los niños, sea cual sea su religión, lengua o cultura, deben ir a la misma escuela y ser educados en el orgullo de su identidad y en el respeto a todas las demás.

Es más fácil decirlo...
...Que conseguirlo –lo sé–, pero el esfuerzo tiene un gran premio, porque el principio de todo respeto y tolerancia es el conocimiento del diferente. La escuela es la gran oportunidad –para muchos, la única– de conocer otros ciudadanos con otras lenguas, religiones y culturas... ¡Aprovechémosla!

Es una opción... Con problemas.
Es la gran misión de la escuela democrática: que todos los ciudadanos nos conozcamos.

Muchas escuelas privadas o concertadas limitan el número de inmigrantes.
Pues se pierden una gran oportunidad educativa, porque un niño catalán en la escuela multicultural adquiere sin esfuerzo un enorme capital social: aprende cómo son y serán sus conciudadanos. Si sólo conoce a niños como él, de su misma lengua, religión, raza y cultura, le encerramos en una burbuja.

Pero su entorno será más cohesionado.
Es un error privarles de ese conocimiento de la pluralidad. Si de niños no conocen a los ciudadanos de otras culturas, no sabrán relacionarse como adultos, pero es que tampoco conocerán bien su propia cultura.

Se pueden concentrar en su identidad.
Sólo sabes quién eres cuando te comparas con los demás y ves que eres diferente pero también igual.

¿En qué sentido?
De repente, ves que hay niños que no se llaman Jordi o Marta como tú, sino Ahmed o John o Vladimir, pero también descubres que todos los padres ponen nombres a sus hijos y los quieren, como los tuyos.

¿Y si quiero dar mi religión a mis hijos?
En Canadá también hay escuelas privadas musulmanas, judías, católicas, evangélicas...

Eso también es pluralidad.
Sí, pero es mejor que esa pluralidad se dé dentro de cada escuela, no en escuelas diferentes, y que así todos nosotros aprendamos a convertir la diferencia en un valor.

¿Cómo enseñar religión si cada uno tiene la suya? ¿Renunciando a la propia?
Dialogando con los padres de cada comunidad. Y digo dialogando con y no dialogando sobre los padres de cada comunidad. Tenemos que hablar con ellos y pactar un entorno de convivencia aceptable para todos.

¿Quitamos la cruz para no molestar?
En mi colegio hemos instalado un oratorio para los niños musulmanes. Y es una inversión muy rentable: respeto y tolerancia. Las niñas musulmanas no querían aprender a nadar por no enseñar sus cuerpos.

¿Las dejaron sin piscina?
¡No! Pactamos con sus padres un bañador que las cubriera. Mire, aquí se trata de diferenciar bien lo esencial de lo accesorio: lo esencial no es que las niñas musulmanas se pongan el mismo bañador que las demás, sino que aprendan a nadar.

¿Y aprendieron?
Con sus bañadores largos, pero aprendieron. Y fue otra lección de respeto y convivencia para todos los niños.

Los idiomas exigen más esfuerzo.
Los niños bilingües tienen mejor desarrollo cognitivo: aprenden mejor. Es una de las conclusiones del informe: positively plurilingual. Muchos padres ya lo saben en Canadá y educan a sus hijos en una lengua diferente de la materna. Muchos padres anglohablantes envían sus hijos a escuelas francesas.

Aquí también es habitual... Si pagas.
El bilingüismo exige un esfuerzo que, al parecer, es positivo para nuestras mentes.

¿Y si el idioma materno es el urdu?
El Gobierno canadiense invierte cantidades ingentes en que cada niño pueda mantener la lengua materna y estar orgulloso de ella: sea urdu o swahili. Tenemos un programa educativo muy popular que permite a niños seguir estudiando también en esa lengua.

Eso sí que es un esfuerzo.
¡Vale la pena! Se trata de ofrecer tu identidad a la comunidad de acogida y no de negarte. Esa suma de identidades enriquece a Canadá más que cualquier pureza.

Toda pureza es una mezcla olvidada.
¿Por qué renunciar a ninguna lengua? ¡Son riqueza! Todas servirán mañana a la economía y la sociedad de Canadá.

¿Es buena la inmersión lingüística?
Carezco de elementos para pronunciarme.

¿Cuando se mezclan muchas culturas no suelen perder las más pequeñas?
Pueden pasar tres cosas: la primera, que la más poderosa asimile a las minoritarias. Así se daría una mera absorción.

Así, pringan las débiles y pequeñitas.
Otra probabilidad sería que se dé un melting pot, un e pluribus unum (una hecha de todas), la mezcolanza con elementos de todos; así surge una nueva cultura que aglutina rasgos de todas las que llegan al país.

Parece algo menos traumática.
Pero la preferible es la ensaladera o mosaico intercultural: una sociedad cohesionada donde todos interactúan sin renunciar a sus propias identidades, y así conviertes la diversidad en un valor y una oportunidad, y no en un problema.

LLUÍS AMIGUET - 04/02/2008

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